febrero 22, 2014

Los mejores discos de la historia (1 - 20)

Músicos, productores y hasta 273 personalidades han votado esta lista imprescindible de los discos más brillantes jamás escuchados. Ganan unos chicos de Liverpool que se disfrazaron de coloridos soldados para la portada.



SGT. PEPPER'S LONELY HEARTS CLUB BAND 

1. El Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band es el disco más importante de la historia del rock & roll, una aventura jamás igualada en planteamiento, sonido, calidad de las composiciones, arte de portada y tecnología de grabación. Y todo ello ejecutado por el mejor grupo de rock de todos los tiempos. Desde la regia explosión de guitarras del tema que da título al disco, al rapto orquestal con el acorde de piano que se extiende hasta apagarse al final de A Day in the Life, los 13 temas de Sgt. Pepper’s son el punto álgido de la discografía de los Beatles. Lennon, McCartney, Harrison y Ringo Starr nunca se habían atrevido a tanto.

Editado en el Reino Unido el 1 de junio de 1967, Sgt. Pepper’s también es la declaración de cambio definitiva del rock. Para los Beatles supuso el adiós a los trajes a juego, las giras mundiales y las grabaciones de cadena de montaje. “Estábamos hartos de ser los Beatles”, dijo McCartney décadas más tarde. “Ya no éramos chicos, éramos hombres… Artistas, no intérpretes”.

Al mismo tiempo, Sgt. Pepper’s marcó el comienzo de una época inolvidable de esperanza, convulsiones y logros: los últimos años de la década de los sesenta y, en particular, el Verano del Amor del 67. Con su instrumentación iridiscente, sus letras fantasiosas y la espectacular carátula, definió el opulento optimismo revolucionario de la psicodelia y extendió el evangelio del amor, el ácido, la espiritualidad oriental y las guitarras eléctricas por todo el mundo. Ningún otro disco de esa época, ni de ninguna otra, ha tenido un impacto tan inmediato y enorme. “Paul y yo por fin estábamos trabajando juntos”, confirmó Lennon. Ringo Starr: “Fuera quien fuera quien tuviera la mejor idea, se usaba. Nadie se dejaba llevar por su ego”. Neil Aspinall, uno de sus asistentes, les sugirió que retomaran el tema que daba título al disco antes del grandilocuente final con A Day in the Life para completar el concepto teatral del álbum: un concierto imaginario de una banda ficticia, interpretada por los Beatles.

Las primeras notas se grabaron el 6 de diciembre de 1966: dos tomas de When I’m Sixty Four. Pero la auténtica fecha de nacimiento de Sgt. Pepper’s es el 29 de agosto de 1966, cuando los Beatles dieron su último concierto en San Francisco. Ya habían hecho historia en el estudio –Please, Please Me (1963), Rubber Soul (1965), Revolver (1966)– pero en medio de giras agotadoras. Ahora, liberados de la presión de la carretera, se sentían libres para ser una banda, alejados de la histeria de la beatlemania. McCartney fue un paso más allá. De camino a Londres en un avión que le traía de unas vacaciones en Kenia, se le ocurrió la idea de hacer un disco con los Beatles disfrazados, un grupo que fuera su alter ego y al que bautizó Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band [El club de los corazones solitarios del sargento Pimienta]. “Intentábamos ser otros”, dijo McCartney. “Eso nos liberó: si no eras tú, podías hacer cualquier cosa”.

De las 700 horas que los Beatles pasaron en el estudio entre finales de 1966 y principios del 67, sólo tres estuvieron dedicadas a completar la elegante ensoñación de Lucy in the Sky with Diamonds. A Day in the Life, el tema más complejo, se grabó en sólo cinco días (la parte de piano se registró con tres instrumentos tocados al mismo tiempo por diez manos: las de Lennon, McCartney, Starr, el productor George Martin, y el roadie Mal Evans). Ningún miembro del grupo participa en el sermón sobre materialismo y fidelidad que Harrison interpreta con el sitar en Within You Without You, pero tuvieron la habilidad de colocarlo en el punto intermedio del disco. Una pausa para la meditación en medio de la indulgente explosión de júbilo del conjunto. En palabras de McCartney, “el disco somos nosotros dando un buen espectáculo”. El espectáculo sigue para siempre.


THE BEACH BOYS, 'PET SOUNDS' 

2. The Beach Boys, 'Pet Sounds'

¿Quién va a querer oír esta mierda?”, le preguntó Mike Love, cantante de los Beach Boys, a Brian Wilson, compositor y genio del grupo, en 1966, mientras Wilson tocaba para él las nuevas canciones en las que estaba trabajando.

“No va a querer oírlo ni un perro”. “La pulla de Mike”, comentó más tarde Wilson, “inspiró el título del disco”. [Pet Sounds puede traducirse por “sonidos de mascota”]. De hecho, uno de los sonidos más prominentes del álbum son los ladridos de perro. Los Beatles hicieron un guiño a esos ladridos en Sgt. Pepper’s (reconociendo así que Pet Sounds les sirvió de inspiración). Ese gesto cerró un círculo de influencias mutuas: Wilson había concebido Pet Sounds como un intento de estar a la altura del Rubber Soul, de los Beatles.
Wilson hizo Sounds sin el resto del grupo, utilizándolos sólo para las voces. El lujoso sonido transmite una melancolía desgarradora, y temas como I Just Wasn’t Made for These Times y I’m Waiting for the Day dicen adiós a la percepción inocente del mundo de los 60 y a los éxitos de qué-bien-nos-lo-pasamos-en-la playa de los primeros Beach Boys. A Capitol, su compañía, le gustó tan poco el disco que estuvo a punto de no sacarlo. Wilson se hundió más en su mundo interior. “En la última reunión con el sello”, escribió en su autobiografía (titulada como el primer tema del disco, Wouldn’t It Be Nice [Sería bonito]), “aparecí con un casete y respuestas grabadas, entre ellas ‘ni hablar’, ‘¿podrías repetirlo?’, ‘no’ y ‘sí”.


THE BEATLES, 'REVOLVER' 

3. The Beatles, 'Revolver'

No veo muchas diferencias entre Revolver y Rubber Soul”, dijo George Harrison una vez. “Para mí, podrían ser dos volúmenes de una misma obra”. Revolver profundiza en los aspectos más arriesgados de su predecesor (la introspección, la psicodelia naciente, la fascinación con las posibilidades que ofrecía el estudio) y conforma la manifestación dramática de una generación. El álbum, que se editó en agosto de 1966, dejó claro como el agua que el fenómeno que ahora llamamos “los sesenta” estaba empezando de lleno –y que era irreversible. Parte del impulso revolucionario era visual. Klaus Voorman, uno de los amigos artistas de la época de Hamburgo de los Beatles, diseñó un impresionante foto-collage para la portada de Revolver; fue un paso crucial en el camino hacia el diseño aún más colorista de Sgt. Pepper’s, que vendría menos de un año más tarde.
Y luego está la música. El corte más innovador del disco es Tomorrow Never Knows, de Lennon. En su intento de trasladar un viaje de LSD a una canción de tres minutos, Lennon grabó su voz para que sonara como “el Dalai Lama cantando desde la cima de la montaña más alta”. Los efectos sonoros se completaban con loops [melodías que se repiten], una guitarra sonando al revés y una tamboura [instrumento indio de percusión]. La canción tuvo una influencia enorme. Por su parte, en Eleanor Rigby y For No One, McCartney demostró que había desarrollado una forma de componer canciones de una madurez impresionante. Y Harrison, con Taxman, I Want to Tell You y Love You To, amenazó el dominio de Lennon y McCartney como compositores principales del grupo.
Revolver demostró que, a partir de ese momento, en la música popular, era posible hacer cualquier cosa, tratar cualquier tema, desarrollar cualquier idea musical. Y, además, los Beatles iban a hacerlo.


BOB DYLAN, 'HIGHWAY 61 REVISITED' 

4. Bob Dylan, 'Highway 61 Revisited'

Bruce Springsteen ha descrito el principio de Like a Rolling Stone, el tema que abre el disco de Dylan Highway 61 Revisited, como “un golpe seco, como si alguien hubiera abierto de una patada la puerta de tu mente”. El cantante folk Phil Ochs definió Highway 61 Revisited de forma poética. “Es imposiblemente bueno. ¿Cómo puede hacer esto una mente humana?”, dijo.
Grabado en tan solo seis días y editado en agosto de 1965, Highway 61 Revisited (bautizado así por la autopista que sale del estado natal de Dylan, Minnesota, y atraviesa el delta del Misisipí) es uno de esos discos que, sencillamente, lo cambia todo. Like a Rolling Stone, de la que se rumoreaba que hablaba del acólito de Warhol Edie Sedgwick, alteró para siempre el panorama de la música popular: su letra en cascada, su ambición literaria y su generosa duración (6,13 minutos) acabaron con las limitaciones de cualquier tipo. Pero todo eso era, literalmente, sólo el principio. Ballad of a Thin Man contenía la frase definitiva a propósito de las convulsiones de los sesenta: “Aquí está pasando algo, pero no sabes qué es / ¿o sí, Mr. Jones?”. Por si alguien se preguntaba si de verdad Dylan se había pasado a la guitarra eléctrica, ahí estaba también el rock arrollador de From a Buick 6 y Tombstone Blues, ambas interpretadas por el legendario guitarrista Mike Bloomfield.
El disco se cierra con Desolation Row, un oscuro torbellino surrealista de once minutos con un poder indescriptible. Enfrentado al dilema de ponerle un final a un disco tan lleno de ideas, Dylan evoca un viaje al infierno que recuerda a un cuadro de El Bosco y que, en retrospectiva, parece predecir todos los cataclismos que estaban a punto de traer los sesenta. “El Titanic zarpa al amanecer”, canta hacia el final. “Todo el mundo grita: ‘¿En qué lado estás?”. Que Desolation Row sea un corte exclusivamente acústico (una decisión que Dylan tomó en el último minuto) es un auténtico alarde de genialidad: una nueva visión de la música folk para cerrar un álbum que, al menos por el momento, había destruido la música folk. El gesto fue al tiempo conmovedor y un enorme “¡que os den!”.
Además, Dylan se lo estaba pasando bien. La sirena de mentira con cuyo sonido arranca el tema que da título al disco era la forma con que el teclista, Al Kooper, controlaba, bromeando, las sesiones de grabación. “Si veía a alguien con drogas”, explicó, “me ponía en la otra esquina de la habitación y tocaba la bocina”.


THE BEATLES, 'RUBBER SOUL' 

5. The Beatles, 'Rubber Soul'

Editado en diciembre de 1965, en un año que había visto nacer singles tan rompedores como Like a Rolling Stone, de Bob Dylan, y (I Can’t Get No) Satisfaction, de los Rolling Stones, Rubber Soul demostró que los Beatles estaban a la altura. Subieron un escalón en el nivel de sofisticación musical y de profundidad temática sin sacrificar un ápice de su encanto pop. Su productor, George Martin, describió Rubber Soul como “el disco de presentación ante el mundo de unos nuevos Beatles, más maduros”. Y tenía razón.
El desarrollo de la banda se expresó de una serie de formas que convivían en el disco. Drive My Car, por ejemplo, presenta un estudio sobre un personaje cómico de un tipo totalmente inédito en la obra de los Beatles. Muy profunda fue la influencia de Dylan, que inunda el álbum y a la que puede achacarse el ácido tono emocional de Norwegian Wood, I’m Looking Through You, You Won’t See Me y If I Needed Someone. Dylan devolvería el piropo al año siguiente con una versión de Norwegian Wood titulada 4th Time Around. Tanto Nowhere Man (de la que Lennon dijo que era una especie de autorretrato deprimido) como la evocadora In My Life reflejan un estilo de composición más serio y personal que Dylan había hecho posible repentinamente.
En el plano estrictamente musical, el sitar de George Harrison en Norwegian Wood (la primera vez que se utilizó ese instrumento en un tema pop) y el bajo de Paul McCartney en Think for Yourself demuestran que la banda se iba dando cuenta de que el estudio podía ser algo más que una parada obligada entre giras. En adelante, una fascinación con las posibilidades sonoras de la grabación presidiría las mejores obras del grupo.
¿Los motivos por los que el oído de los Beatles se había afinado tan repentinamente? Bueno, cosas de los tiempos. “En Rubber Soul experimentamos mucho”, dijo Ringo, “impulsados, creo, por las sustancias”.


MARVIN GAYE, 'WHAT'S GOING ON' 

6. Marvin Gaye, 'What's Going On'

“En 1969 o 1970, empecé a darle vueltas a qué quería decir con mi música”, dijo Marvin Gaye una vez sobre el proceso de creación de What’s Going On. “Estaba muy afectado por las cartas que me enviaba mi hermano desde Vietnam y por las frustraciones sociales en mi país. Quería escribir canciones que llegaran al alma de la gente, mostrarles lo que estaba pasando en el mundo”. Lo último que deseaba la compañía Motown, sin embargo, era que sus fans se pusieran a pensar en lo que pasaba en el mundo. Así que el fundador del sello, Berry Gordy, no estaba precisamente encantado con que Marvin Gaye hiciera pedazos la exitosísima fórmula pop para hablar de los derechos civiles y el medio ambiente. Dijo que What’s Going On era la peor canción que había oído. Por su parte, Gaye manifestó que no volvería a grabar para la Motown a no ser que What’s Going On se editara como single. Lo que ocurrió, a pesar de que había sido rechazado por el comité de control de calidad de la Motown. Se coló entre los más vendidos, y el álbum se editó completo poco después. Durante el proceso de producción del disco (envuelto en una densa nube de marihuana) Gaye tomó intuitivamente una decisión brillante tras otra; desde grabar las charlas de sus amigos hasta registrar los ensayos del saxofonista Eli Fountain. Cuando Fountain protestó porque le habían grabado cuando no estaba tocando en serio, Gaye contestó: “Pues tocas en broma de manera exquisita. Gracias”. Y así vio la luz el lamento de saxo con el que arranca What’s Going On.


THE ROLLING STONES, 'EXILE ON MAIN STREET'

7. The Rolling Stones, 'Exile on Main Street'

Este doble disco que los Rolling Stones publicaron en 1972, un remolino de blues y boogie, “fue el primer álbum grunge”, aseguró orgullosamente el guitarrista, Keith Richards, en 2002. Pero detrás de la densidad deliberada (las peleas de guitarras de Richards y Mick Taylor, la lascivia de la máquina rítmica de Bill Wyman y Charlie Watts y los ladridos de animal enjaulado y crooner atormentado de Mick Jagger) está el mejor disco de los Rolling Stones y la declaración definitiva de orgullo de forajidos de Jagger y Richards como compositores. En la existencial Tumbling Dice y la exhausta belleza country de Torn and Frayed, se escucha, literalmente, a los Stones en el exilio: trabajando en la villa de Richards en el sur de Francia, huyendo de la censura mediática, de la policía anti drogas británica (Jagger y Richards ya habían visto el mundo desde detrás de unos barrotes) y de los onerosos impuestos de su país. La música es una locomotora a toda velocidad, pero también tiene un swing con un propósito claro (la supervivencia incondicional) en Rocks Off y All Down the Line. Como explicó Richards, “los Stones ya no tienen casa, pero todavía pueden mantenerse unidos. Nos tiren lo que nos tiren, aún podemos improvisar, salir de ello”. Un buen ejemplo: Richards grabó la alegre Happy con el productor Jimmy Miller a la batería y el saxofonista Bobby Keys mientras esperaba que el resto de los Stones aparecieran por el estudio. Exile on Main Street son los Stones en su mejor faceta revolucionaria, armados con el blues, jugando para ganar.


THE CLAS, 'LONDON CALLING'

8. The Clash, 'London Calling'

Grabado en 1979 en londres, por entonces una ciudad repleta de parados y adictos a las drogas en los albores de una década incierta, London Calling contiene 19 temas apocalípticos impulsados por la fe ciega en que el rock vencería a las tinieblas. El tercer álbum de The Clash suena como una emisión de radio pirata desde el fin del mundo, que pasa del punk más crudo (London Calling) al ska (Wrong’Em Boyo) y a la resignación disco (Lost in the Supermarket). El álbum se grabó en medio de serios apuros económicos. Los cantantes y guitarristas Joe Strummer y Mick Jones compusieron los temas en el piso de la abuela de Jones, al que se había mudado porque estaba sin blanca. Pero The Clash demostraron que siempre hay esperanza. El disco termina con Train in Vain (tema que originalmente no aparecía en el listado de canciones en la parte de atrás del disco), que se convirtió en el sonido del triunfo: el primer single de The Clash que se coló en las listas americanas.


BOB DYLAN, 'BLONDE ON BLONDE' 

9. Bob Dylan, 'Blonde on Blonde'

Editado el 16 de mayo de 1966, el primer álbum doble de estudio de un artista importante fue, como Dylan declaró en 1978, “lo más cerca que he estado del sonido que oigo en mi cabeza… ese sonido delicado, como de mercurio salvaje”. No hay mejor descripción para la brillantez maníaca del disco. Después de varias sesiones de falso arranque en Nueva York en otoño del65 y enero del 66 con su banda de gira, the Hawks, de las que sólo se mantuvo el tema One of Us Must Know (Sooner or Later), Dylan grabó el resto de los 14 cortes de Blonde on Blonde en dos sesiones de tres días cada una en Nashville en febrero y marzo de 1966.
El ritmo de grabación reflejaba la velocidad anfetamínica con que Dylan componía. Pero la combinación de artistas de su confianza (como el teclista Al Kooper y el guitarrista de los Hawks Robbie Robertson), y de expertos músicos de sesión (el batería Kenneth Buttrey y el pianista Hargus Robbins), resultó de una magnificencia casi contradictoria. Todo estaba entretejido en torno al lenguaje caprichoso e incisivo de piezas de surrealismo de taberna como Rainy Day Women #12 and 35 y Stuck Inside of Mobile with the Memphis Blues Again. En medio del frenesí, Dylan produjo algunos de sus temas de deseo más perfectos y puros: la bellísima Sad Eyed Lady of the Lowlands y I Want You, título que estuvo a punto de usar para el disco.


THE BEATLES, 'THE WHITE ALBUM' 

10.The Beatles, 'The White Album'

La portada, casi vacía, de The Beatles, más conocido como el Álbum Blanco, sirvió a un propósito simbólico: el grupo no encontraba la forma visual de representarse como una unidad coherente. Cada uno de los tres compositores principales perseguía su propia visión y el resto de los miembros actuaban como músicos de apoyo. The Beatles se convirtió en un disco doble porque Lennon, McCartney y Harrison insistieron en que se incluyeran sus canciones. Ringo Starr llegó a sentirse tan frustrado que dejó el grupo durante un tiempo. Los demás adornaron su batería con flores para festejar su regreso. Lo único que no se resintió en esta atmósfera fue la música. Del lamento de Lennon en Julia a la exuberancia de Back in the USSR, de McCartney, pasando por la melodía, con aires de oración, de While My Guitar Gently Weeps, de Harrison (con un solo de Eric Clapton), el Álbum Blanco es un caos extremadamente estimulante que contiene algunas de las mejores composiciones del grupo.


ELVIS PRESLEY, 'THE SUN SESSION' 

11. Elvis Presley, 'The Sun Sessions'

Mucha gente sostiene que el rock & roll nació el 5 de julio de 1954 en los Sun Studios de Memphis. Elvis Presley, el guitarrista Scotty Moore y el bajista Bill Black andaban dándole vueltas a That’s All Right, del bluesman Arthur Cudrup, cuando el productor Sam Phillips les preguntó: “¿Qué estáis haciendo?”. “No sabemos”, contestaron. Phillips les dijo que volvieran a empezar. That’s All Right, la cara A del primer single de Elvis Presley, se editó el 19 de julio. Puede que sea el primer disco de rock o puede que no, pero el hombre que iba a reinar estaba oficialmente en circulación. Tendiendo puentes entre blancos y negros, entre el country y el blues, su sonido era juguetón y revolucionario. Presley sacó otros cuatros discos con Sun, incluidas reinvenciones definitivas de Good Rockin’ Tonight, de Wynonie Harris, y Mystery Train, de Junior Parker, antes de alcanzar la inmortalidad en RCA. Su material de las sesiones de Sun tardó veinte años en editarse como merecía, hasta la aparición de este disco en 1976.


MILES DAVIS, 'KING OF BLUE' 

12. Miles Davis, 'Kind of Blue'

Esta plástica obra maestra es uno de los álbumes de jazz más importantes, influyentes y populares de todos los tiempos. En el momento en que se grabó, Kind of Blue fue una revolución por sí mismo. Volviéndoles la espalda a las progresiones de acordes tradicionales, el trompetista Miles Davis utilizó escalas modales como punto de partida para la composición y la improvisación, abriendo nuevos caminos en la espesura del hard bop a base de calidez, sutileza y moderación. Davis y su banda, formada por músicos incomparables (el bajista Paul Chambers, el batería Jimmy Cobb, el pianista Bill Evans y el dúo titánico de saxos de John Coltrane y Canonball Adderley), se fijaron más en “las variaciones melódicas que en las armónicas”, como explicó Davis. Dos de los temas, All Blues y Freddie Freeloader (esta última con Wynton Kelly ocupando el lugar de Bill Evans al piano), seguían el esquema de los doce compases, pero la forma de trabajar de Davis permitía a sus músicos una libertad totalmente nueva. Evans escribió en las notas que se publicaron con el disco: “Miles concibió estos arreglos sólo horas antes de las grabaciones y llegó al estudio con esbozos que indicaban al grupo qué había que tocar. Por eso, lo que vas a oír es algo parecido a la espontaneidad pura”. O, como escribió el ya difunto crítico Robert Palmer: “Kind of Blue es, en cierto sentido, todo melodía… y atmósfera”. El bajo de So What se ha ganado un lugar entre las melodías más conocidas del jazz, y no hay evocación más apropiada de la maravilla del jazz nocturno que los vientos ahogados de All Blues.


THE VELVET UNDERGROUND AND NICO, 'THE VELVET UNDERGROUND' 

13. The Velvet Underground and Nico, 'The Velvet Underground'

“Queríamos hacer algo al estilo de Phil Spector con la menor cantidad de instrumentos posible”, dijo una vez de este disco John Cale, el pianista (que también tocaba la viola) de la Velvet Underground. Y no era ninguna estupidez. Buena parte de lo que damos por sentado en el rock no existiría sin

esta banda neoyorquina y su fecundo debut, The Velvet Underground and Nico; la sexualidad andrógina de la brillantina; el negro crudo del punk; el aullido de los oscuros riffs del grunge y el noise rock. Es un disco de enorme osadía en su amplitud de miras y profundidad lírica. El cantante y compositor Lou Reed documentó el deseo carnal y la adicción a las drogas con una sabiduría pop que había aprendido como compositor a sueldo; Cale introdujo el poder de las pulsaciones y los monotonos; el guitarrista Sterling Morrison y la batería Maureen Tucker tocaban con una intensidad tribal; Nico, una vocalista alemana que Warhol, que ejercía de mánager de la Velvet, incorporó durante una breve temporada a la banda, aportó una femineidad gélida al tedio abrasador de las canciones de Reed. Rechazado por los hippies por nihilista, el Disco del Plátano (titulado así por la portada, diseñada por Warhol) es el álbum de rock más profético de todos los tiempos.


THE BEATLES, 'ABBEY ROAD' 

14. The Beatles, 'Abbey Road'

Abbey Road (grabado durante el verano de 1969) estuvo a punto de no existir. Los Beatles estaban casi separados, exhaustos y enfadados después de las sesiones desastrosas para Get Back, salvado luego con el título de Let It Be [ver nº 86]. Sin embargo, decididos a marcharse con la misma gloria con que habían entrado en el mundo de la música a principios de la década, se reunieron en los estudios de Abbey Road para grabar su disco más pulido: una colección de temas excepcionales puestos en común con gran fuerza conceptual. John Lennon cubrió el espectro desde el metal sombrío de I Want You (She’s So Heavy) hasta el exquisito amanecer vocal de Because. Paul McCartney se puso descarado (Oh! Darling), tierno (Maxwell’s Silver Hammer) y deliciosamente amargo (You Never Give Me Your Money). George Harrison demostró su valía como compositor en Something y el diamante folk-pop Here Comes the Sun. Y se dice que fue el disco en que Lennon, McCartney y Harrison cantaron más partes a tres voces. No fue el último álbum que editaron, pero fue su auténtico adiós. Los retoques de I Want You… son los últimos momentos que los cuatro pasaron juntos en el estudio que los había hecho famosos.


THE JIMI HENDRIX EXPERIENCE, 'ARE YOU EXPERIENCED' 

15. The Jimi Hendrix Experience, 'Are You Experienced?'

Así sonaba inglaterra a finales de 1966 y principios del 67: ardiente blues, guitarras orquestadas y la visión cósmica altamente personal del inmigrante negro americano Jimi Hendrix. Rescatado de sus pequeños conciertos de Nueva York por el ex componente de los Animals Chas Chandler, Hendrix llegó a Londres en septiembre de 1966. No tardó en formar Experience con el bajista Noel Redding y el batería Mitch Mitchell y en cosa de semanas se puso a grabar las canciones de un disco de debut que hizo época. La poesía incendiaria de la guitarra de Hendrix era histórica en sí misma. Pero fueron el calor plástico de sus composiciones y el fuego de su voz en temas como Manic Depression, The Wind Cries Mary y I Don’t Live Today los que anunciaron la trascendencia de la psicodelia. “Es una colección de sentimientos libres e imaginación”, dijo Hendrix del disco. “La imaginación es muy importante”. No como las drogas. Por más que la creencia popularmente asumida asegure que Purple Haze, el tema que abre la edición americana del álbum, habla de un viaje de ácido, Hendrix insistió en que no tenía nada que ver con las drogas. “Purple Haze habla de un sueño que tuve en el que caminaba por el fondo del mar”.


BOB DYLAN, 'BLOOD ON THE TRACKS' 

16. Bob Dylan, 'Blood on the Tracks'

Dylan presentó una vez el primer tema de este disco, Tangled Up in Blue, diciendo que le había llevado diez años vivirlo y dos componerlo. Se refería a la crisis personal (la ruptura de su matrimonio con Sara Lowndes) que, en parte, inspiró este álbum, el mejor de los suyos en los 70. Compuso todos esos temas de un folk majestuoso y letras desgarradoras en dos meses, a mediados de 1974. Estaba tan orgulloso de ellos que hizo recitales privados con casi todo el disco, de principio a fin, para amigos y compañeros como Mike Bloomfield, David Crosby y Graham Nash antes de grabarlo en septiembre, en sólo una semana. En diciembre, Dylan le puso el disco a su hermano David en Minneapolis. Éste le sugirió volver a grabar algunas de las canciones con músicos locales. El disco definitivo es una mezcla de la grabación de Nueva York con la de Minneapolis, una soberbia maraña de guitarras sumada a la franqueza arenosa de la voz de Dylan y la magnífica fuerza confesional de sus letras: la joya existencialista Simple Twist of Fate, el adiós apenado de If You See Her... y la lengua afilada de Idiot Wind, su mejor tema desde Like a Rolling Stone.


NIRVANA, 'NEVERMIND' 

17. Nirvana, 'Nevermind'


La historia de éxito repentino más importante de los 90 fue la del segundo disco de Nirvana, Nevermind. Lanzado desde la escena underground de Seattle, expulsó a Michael Jackson del primer puesto de las listas. Ningún otro álbum reciente ha tenido este impacto en una generación (una nación de adoles­centes se convirtió al punk) ni un efecto tan catastrófico en su creador. El peso del éxito llevaría a Kurt Cobain a quitarse la vida en 1994.

Las guitarras afiladas y su voz corrosiva se fundían en composiciones inspiradas en Pixies-vía-Zeppelin, devolviendo al rock & roll su pureza guerrera. En las letras, Cobain descargaba su furia en granadas de tormento y autodesprecio. Sin embargo, su mayor genialidad, en temas como Lithium, Breed y Teen Spirit, fue la tensión suave-fuerte que creó entre las estrofas y los estribillos. Cobain amaba el pop y era un beatlemaniaco. El productor de Nevermind, Butch Vig, recuerda haber oído a Cobain tocar Julia, de Lennon, en las sesiones. Kurt también luchaba por mantener su honor underground. Al final, resultó una batalla perdida, pero es parte del poder de este disco.


BRUCE SPRINGSTEEN, 'BORN TO RUN' 

18. Bruce Springsteen, 'Born to Run'

Springsteen agotó todo lo que tenía (paciencia, energía, horas de estudio, el aguante físico de la E Street Band) para asegurarse de que su tercer disco fuera una obra maestra. Su reputación de perfeccionista arranca aquí: sólo la canción que da título al disco tiene 12 overdubs [sonidos grabados unos encima de otros] de guitarra. También se gastó dinero que no tenía. El ingeniero Jimmy Iovine tuvo que ocultar a la discográfica las facturas del estudio. “El álbum se convirtió en un monstruo”, dijo Springsteen. “Se tragó nuestras vidas”. Durante la elaboración, Bruce estaba viviendo el drama central de muchos de los temas del disco: la lucha por reconciliar los grandes sueños con la cruda realidad. Lo pasó tan mal intentando poner en el álbum el sonido que tenía en la cabeza (la dinamita de sus directos, la grandeza wagneriana de Phil Spector, el melodrama desgarrador de Roy Orbison) que estuvo a punto de desechar Born to Run en favor de un disco grabado en directo. Al final, produjo un álbum atemporal sobre las dificultades de aspirar a la grandeza.



VAN MORRISON, 'ASTRAL WEEKS' 

19. Van Morrison, 'Astral Weeks'

La música de Astral Weeks posee una belleza tan enigmática que, 35 años después de su edición, aún se resiste a cualquier definición simple y admirativa. En el trabajo anterior de Van Morrison no se encuentran precedentes para ella: ni en el pop brillante de Brown Eyed Girl, su éxito de 1967; ni en su primera época como líder de los Them y compositor del clásico degarage-rock Gloria. Y Morrison (un hombre muy celoso de su intimidad para el que cantar y componer había sido tanto un escudo emocional como una vía de escape) nunca había sonado tan cálido, tan sensual y vulnerable como en Astral Weeks. Era, en parte, el sonido de una dulce liberación. Morrison acababa de firmar con Warner. Era su primer disco importante en solitario y aprovechó la oportunidad para explorar la gama física y dramática de su voz en su interpretación, poderosamente poética, de temas como Beside You y Ballerina. Volvió la espalda a las sencillas estructuras pop, adornando estas ensoñaciones alucinatorias sobre su Belfast natal (los recuerdos de Cypress Avenue, el retrato hipnótico de Madame George) con melodías sinuosas reminiscentes del folk celta y el rhythm & blues. La joya de la corona fue el estupendo quinteto de jazz que reclutó el productor Lewis Merenstein para colorear las partes más sombrías. Años más tarde, el bajista del quinteto, Richard Davis, aseguró que todos los temas clave del disco se habían grabado en tres horas y que Morrison nunca les dijo a los músicos qué quería que hicieran. Tal vez no sabía cómo. Astral Weeks muestra a Morrison mirando en su interior sin red y sin miedo. Nunca ha vuelto a mostrarse tan abierto y tan desnudo.


MICHAEL JACKSON, 'THRILLER' 

20. Michael Jackson, 'Thriller'

Si Michael Jackson reinó en los 80 fue gracias a Thriller. Con poco más de veinte años, la estrella infantil del R&B de los 70 había madurado hasta convertirse en soulman, cantante, bailarín y compositor con incomparables instintos interdisciplinares. Él y el productor Quincy Jones ya habían establecido el famoso esquema de incluir-algo-para-todos en Off the Wall, de 1979, en el que Jackson captura las obsesiones de su vida (los aplausos y la paranoia; la necesidad de recibir amor y el miedo al compromiso) en una enrevesada fusión de ganchos pop y ritmos de baile. En Thriller, la pareja le saca aún más brillo al conjunto (la lustrosa The Girl Is Mine, en la que canta Paul McCartney), echan mano de su teatralidad (el espectacular y terrorífico vídeo de Thriller) y profundizan en el funk. Con su cadencia de locomotora y su solo de guitarra acrobático, Beat It fue seguramente el primer gran éxito de música disco industrial. Pero lo más impresionante de Thriller eran los datos autobiográficos que se filtraban; el siseo enfadado de la voz de Jackson en Billie Jean; el gesto de a-la-mierda-los-que-me-odian de Wanna Be Startin’ Somethin’. Jackson estaba en su mejor momento creativo. A estas alturas, es difícil separar la grandeza de Thriller de su éxito comercial y de la pesadilla de egolatría autodestructiva por la que atraviesa el cantante. Pero hubo un momento en que realmente fue el Rey del Pop. Y es éste.