febrero 07, 2016

Pedro Ruy-Blas


Pedro es hoy uno de los músicos más respetados de nuestro país y eso no lo ha conseguido por casualidad.

Pedro Ample Candel nació en Madrid en 1949. Se crió en el barrio de Pacífico y ya en los primeros años 60 escuchaba asiduamente a Ray Charles, a Sam Cooke y a otros grandes vocalistas de soul y rhythm'n'blues. Esto era posible gracias a su cuñado, un americano de la base de Torrejón, que disponía de discos entonces casi inexistentes en España. Esa familiaridad se extendía al uso de ropa y otros codiciados objetos de deseo made in USA, lo que le hizo granjearse el apodo de “El Americano”, un sobrenombre que retrataría en buena medida su posterior actividad musical.

Su primer conjunto serio fue Los Grimm con los que ya en 1967 hizo su primer viaje a Estados Unidos y donde se empapó de la música que imperaba por allí. Con ellos entraría por primera vez en un estudio de grabación. Los Grimm eran en Madrid lo que hoy llamaríamos un grupo de culto. Su propuesta psicodélica no era apta para todos los públicos y en provincias eran unos desconocidos; sin embargo, su calidad les ha hecho pervivir como una de las referencias musicales de la época.

Con Canarios en la cresta de la ola, su líder Teddy Bautista es llevado a la mili a África en los últimos meses de 1968. Se busca un buen sustituto con una voz que se mueva bien en los medios y los graves, que maneje el inglés de forma creíble y que guste de la música soul. Pedro es el elegido y durante todo 1969 hace un buen número de galas por toda España. Al regreso de Teddy, recalará muy brevemente en The Brisks antes de comenzar su carrera en solitario.

Pedro Ample había sido el sustituto perfecto de Teddy y su forma de cantar, solo comparable por entonces a la de Pedro Gené de Lone Star y a la del propio Teddy, no habían pasado inadvertidas. El productor Alain Milhaud no quería perder del todo esa gema y a finales de 1970 le propone iniciar una carrera como solista. Será Alain quien le colocaría el apellido Ruy-Blas en recuerdo del protagonista que da título a un drama histórico de Víctor Hugo. El productor francés le buscará acomodo en un subsello y le propondrá grabar una versión de “Ceux que l’amour a blessé”, que había grabado Johnny Hallyday en el país vecino.

“A los Que Hirió el Amor” (Poplandia, 1970) es una canción distinta. Por un lado mama de las baladas que triunfaban en aquellos años; por otro la atmósfera opresiva del acompañamiento conducido por el órgano y el aire soul de la voz la acercan alpop más barroco. Todo ello al servicio de una letra imbuída de elementos trágicos que huyen del romanticismo ñoño al uso. El éxito no se hizo esperar y en enero del 71 ya está en el número uno de ventas de singles desbordando todas las expectativas previas.

Se busca repetir triunfo con el segundo sencillo: “Mi Voz Es Amor” (Poplandia, 1971), un tema de características similares que acentúa los elementos góspel en los coros y la voz solista. Fue bien acogido, pero pronto sería censurada su letra y, aunque no fue retirado de la venta, sí fue retirado de las emisoras de radio y televisión. Una pena, porque era otro tema destinado a conseguir ventas espectaculares en un momento en que cantantes como Blume planteaban propuestas similares que se traducían en ganancias importantes.

El tercer disco de Pedro Ruy-Blas “Amor, Amor” (Poplandia, 1971) ya es otra cosa. Una balada rutinaria equiparable al estilo de tantas piezas románticas de los primeros 70. El cantante se aleja de su estilo inicial para entrar en la competencia con los solistas del momento. Ni este disco ni el siguiente “Adiós, Adiós” (Poplandia, 1972) reverdecieron laureles y Pedro se encuentra en 1973 sin discográfica. No sin esfuerzo logra interesar al modesto sello Explosion en el que grabará “El Joven Pastor” (Explosion, 1974), un himno religioso con un estribillo pegadizo en el que vuelve a mostrar su buena voz. La canción se escucha en las emisoras, pero no convence demasiado y uno de los menos convencidos es el propio cantante.

Es una época difícil en la que la carrera de Pedro Ruy-Blas parece abocada a su final, como la de tantos cantantes solistas de un solo éxito. Pero ese va a ser precisamente el inicio de su auténtica carrera. Pedro frecuentaba los escasos locales de jazzmadrileños y los festivales y conciertos que se organizaban en ambientes universitarios de la Complutense. Allí entablará relación con una minoría de músicos jóvenes empeñados en la quimera de hacer un jazz español. Durante 1975 Pedro va a transformarse de un cantante melódico de dudoso futuro en un cantante y percusionista de jazz rock. Las ganancias eran bien escasas, pero por formación y vocación ahora ocupaba su verdadero lugar.

Nace “Luna Llena” (Polydor, 1975) en el que da la alternativa al pianista Tomás San Miguel, al flautista Jorge Pardo, al batería José Antonio Galicia, al guitarrista Tomás Vega; es decir, a los que poco después se convertirían en los nombres básicos del jazzmadrileño. Es el primer trabajo auténticamente personal de Pedro, ya que junto al productor Carlos de la Iglesia, compone la mayor parte de los temas. El trabajo es una amalgama de sonidos en su mayor parte acústicos y ritmos moderados donde conviven samba, jazz, pop latino, balada, un mar de aguas revueltas que la nave vocal de Pedro surca con seguridad, sirviendo de nexo a tendencias y ocurrencias. Un LP básico que señala como ningún otro la evolución interpretativa y creativa de Pedro. Canciones como la sentimental “Lina”, dedicada a su hermana, la juguetona aflemencada “Dejame a mi aire” o el alarde vocal de“Luna llena” configuran un disco cargado de matices.

Del personal que había realizado el anterior LP surgirá Dolores, que entre 1976 y 1978 realizarán tres LP de jazz-rock y fusión y se erigirán en el grupo madrileño más importante de este estilo y en un auténtico laboratorio de innovación musical siempre con el jazz como referencia.

En 1979 abandona Dolores y acompaña a Paco de Lucía en su primera gira europea, de hecho el gran guitarrista formará su primer grupo de acompañamiento a partir de músicos que antes habían estado en Dolores. Al regreso de la gira forma su propia banda con la que actúa ese verano. En octubre de 1979 se inaugura la sala El Sol. Pedro Ruy-Blas actúa en esos días inaugurales para constatar que los gustos juveniles cambian vertiginosamente y no capta la atención de aquel público.

En 1980 viaja a Nueva York donde pasa una larga temporada para regresar en 1982 para formar una superbanda con músicos de Madrid y Barcelona denominada Puente Aéreo. El proyecto era bueno sobre el papel, pero los problemas logísticos hacen que no acabe de funcionar.

Tras un largo paréntesis, Pedro vuelve a meterse en un estudio de grabación para parir “Madre Ciudad” (Nuevos Medios, 1984)en el que ejerce de productor, cantante y compositor y en el que vuelve a rodearse de excelentes músicos entre los que brilla con luz propia el bajista Carles Benavent. Un disco eminentemente jazzístico cantado en español y tocado en americano del norte y del sur. Nos trae un Pedro maduro e íntimo que poco tiene que ver con el de sus inicios y a unos músicos que han ido también creciendo y clarificando su idea de vivir de y para el jazz. Un producto que apenas fue promocionado y que se publicó a contraestilo de la música que se hacía en España en aquella primera mitad de los 80.

En aquel mismo 1984 Pedro va a ser requerido para incorporarse al naciente teatro musical español. Su voz bien entrenada capaz de cantar literalmente cualquier cosa, su aspecto físico y sus muchas tablas lo hacen idóneo en estos menesteres. Su primer papel va a ser el Judas Iscariote de Jesucristo Superstar (Lloyd Weber y Tim Rice, 1970), en versión dirigida por Jaime Azpilicueta. De nuevo su voz tenía que cantar los temas que antes había cantado Teddy Bautista.

A partir de ahí sus intervenciones en musicales se multiplicarían, siendo también requerido para poner su voz en diferentes películas del ramo. Pedro Ample va a obtener su mayor triunfo sobre las tablas dando vida al Jean Valjean, protagonista de “Los Miserables” (1992) con música de Claude-Michel Schönberg, una obra que cantaría en 564 funciones entre 1990 y 1994. Es también el Menelao de “La Bella Helena”, una adaptación que en 1995 se hizo sobre la ópera bufa de Offembach en la que daba la réplica a Ana Belén y que fue representada en el teatro Albéniz de Madrid y viajó al Festival de Teatro Clásico de Mérida. Al año siguiente fue el pintor de “La Maja de Goya” (1996) de Vicente Escrivá y Fernando Arbex. También ha formado parte del elenco de otros musicales como “La Magia de Broadway” (2000) con montaje de Alberto Quintero y la antología de diversas comedias musicales “Memory” (2000) o la versión española de “Cats” (2003) de Andrew Lloyd Weber.

Este trajín continuado de musicales le apartó notablemente de su carrera musical como solista, permaneciendo bastantes años sin nuevas grabaciones, excepción hecha de las realizadas para las mencionadas comedias musicales y de alguna participación en bandas sonoras de películas infantiles.

Regresa a su actividad más personal con “Teatro, Circo y Variedades” (Nuevos Medios, 1999), un título no exento de retranca, pues así se denominaba aquel inefable carnet profesional que los sindicatos franquistas exigían a los artistas. Pedro interpreta aquí sus propios temas con colaboraciones de lujo, como la de Ana Belén.

Ya en el siglo XXI continuará con su actividad sobre los escenarios y hará un par de CD para la Fundación Autor. En “De Todo Corazón” (Factoría Autor, 2003) trae al jazz canciones españolas de los años 60 y en “Ample” (Factoría Autor, 2008) regresa a la composición. En ambos álbumes va a tener gran importancia la participación del veterano Horacio Icasto, pianista argentino afincado en España, que fue un verdadero maestro del jazz en nuestro país. También Jorge Pardo pondrá sus vientos una vez más para subrayar la voz de Pedro.

En 2009 realiza mano a mano una gira junto a la cantante catalana Laura Simó y una orquesta dirigida por Joan Albert Amargós. El Teatro Español de Madrid, El Palau de Barcelona, el Lake Placid de Zurich y el Carnagie Hall de Nueva York, entre otros, fueron escenarios de dicha gira.

En diciembre de 2013, Pedro Ruy-Blas acometerá un proyecto largamente aplazado: “El Americano” (Dulcimer Songs, 2014). Aquí le vamos a escuchar por fin cantando en inglés y rindiendo tributo al jazz más norteamericano con estándars de George Gerswin o André Previn, pero también con temas procedentes del pop más acrisolado como “A whiter shade of pale”. Un disco en el que a Pedro se le nota a gusto, cantando con toda la experiencia del mundo las canciones que le da la gana al lado de un plantel de músicos excelentes, algunos compañeros eternos de su largo viaje como Jorge Pardo o Álvaro Yébenes, otros encontrados en el camino, caso de Bob Sands, Horacio Icasto o el Negrón Elizarde y algunos nuevos como el pianista Luis Guerra. Un CD para escuchar con la luz apagada, dejándose abrazar por una potente voz añosa, que unas veces acaricia, otras reprende y algunas fustiga. Un crooner en un exclusivo concierto entre humos de cigarrillos perdidos.

No es de extrañar, repasando la trayectoria de Pedro Ruy-Blas que sea hoy una de las figuras más respetadas de la música española. Un superviviente de mil batallas que ha sobrevivido precisamente por mantenerse todo lo fiel a sí mismo que le ha sido posible.