Hay cosas en esta vida que un melómano debería saber, como por ejemplo que The Beach Boys son algo más que un grupo que hacía canciones surferas, que cuando alguien cite las palabras “muro de sonido” inmediatamente le venga a la cabeza el nombre de Phil Spector, o si se ve escrito "Madchester" se sepa que puede no ser precisamente una falta de ortografía. Pues dentro del ámbito musical español, añado yo, se debería recitar de carrerilla la formación inicial de Los Brincos, grupo de referencia y cuya influencia es innegable en la historia de la música española. Poseían la imagen, inconfundibles en su etapa inicial con sus capas y los zapatos con cascabeles, y la actitud para lograr ser una banda revolucionaria, además de unas magníficas canciones. Una banda que marcó un antes y un después en el devenir de la música moderna hispana.
En 1964, tras la muerte de Luis Arbex, Los Estudiantes estaban en un momento de incertidumbre, no sabían si continuar la aventura o finiquitarla definitivamente. Se convocaban ensayos con la misma rapidez que se suspendían, y al final el grupo casi nunca lo hacía. Al mismo tiempo, Luis Sartorius, antiguo componente de esta formación y en ese momento director artístico de Philips, le estaba dando vueltas a una idea que tenía en mente: quería desarrollar un grupo que fuera parecido a The Beatles, una formación en el que la autoría musical fuese propia sin hacer versiones de grupos foráneos, que tuvieran un nivel alto tanto en lo instrumental como en lo vocal y con una imagen castiza, que indicara sin equívocos que eran de aquí. Luis se lo comenta a sus ex-compañeros Fernando Arbex y José Barranco, que ya habían levantado acta de defunción de Los Estudiantes por aquel entonces. A Fernando le entusiasma la idea, pero a José Barranco no le hacía mucha gracia, ya que prefería hacer unos bolos en verano para conseguir dinero y en invierno estudiar para sacarse la carrera.
En una fiesta en una discoteca madrileña, Fernando Arbex conoce a Juan Pardo, que había sido cantante de Los Pekenikes, y le cuenta la idea del nuevo proyecto, e inmediatamente le convence. La siguiente elección fue Antonio Morales, Junior, cuya voz era comparada con la de Cliff Richard, y que también había sido cantante de Los Pekenikes. Al principio muestra reticencias, pero al final se une; solo falta el bajista y lo encuentran en la figura de Manuel González, que había tocado en The Blue Shadows, un grupo especializado en hacer versiones de, cómo no, The Shadows, y que también había sido probado como posible sustituto de Luis Arbex en Los Estudiantes. Así la formación estaba al completo.
Luis Sartorius era el encargado de gestionar todo lo relacionado con las discográficas, y en un principio parecía que iban a firmar por Decca, que en España estaba representada por el sello Columbia, pero al final optaron por Novola, una división de Zafiro recién creada y orientada para el lanzamiento de nuevos valores. Luis contagió su entusiasmo a la discográfica, que adelantó 300.000 pesetas para la compra de material de sonido, una muestra de fe absolutamente inusual para la época. Pero una noche, después de una fiesta con unos amigos, Luis tiene un accidente de coche y fallece en el acto. Este fatal suceso hará que nunca vea lo acertado de su idea.
Con la formación completa, faltaba el nombre. Tenían claro que no debía de ser extranjero y que pudiera ser fácilmente recordado, bien por el significado, bien por lo sonoro del mismo. Una tarde los cuatro se pusieron a llenar hojas con posibles nombres, y en un principio les llamó la atención “Las Ovejas Negras”, ya que eran hijos de familias bien posicionadas, las cuales veían con malos ojos que derrocharan su vida haciendo música en lugar de hacer una carrera para convertirse en verdaderos hombres de provecho. Pero antes de adoptarlo entró Rosa, la hermana de Fernando, con una lista donde figuraba Los Brincos, que fue finalmente elegido por unanimidad. En otoño de 1964 ya tenían nombre y componentes.
Los Brincos fueron pioneros en todo lo que tenía que ver con la organización del proyecto, ya que tenían voz y voto en las decisiones de casi todos los asuntos relacionados con el grupo, como la composición, la grabación, la elección de temas o los arreglos. En este punto hace falta hablar de una persona clave, como fue Maryní Callejo. Trabajaba como directora artística y arreglista en Zafiro y desde la muerte de Luis Sartorius fue ella la que se ocupó de los primeros pasos en la carrera musical de Los Brincos. Se convirtió en su productora, supervisaba todas las grabaciones de las canciones, hacía los arreglos para teclado que los componentes del grupo querían incluir y pasaba al pentagrama las canciones, ya que ninguno de los chicos tenía conocimientos académicos previos, y este era un hecho indispensable para poder registrarlas en la Sociedad de Autores. Su opinión siempre fue muy tenida en cuenta por todos los miembros del grupo. Se podría decir que fue el quinto Brinco.
Para su primer trabajo se puso en funcionamiento toda la artillería disponible. La imagen de los muchachos estaba estudiada hasta el más mínimo detalle. Tenían que ser modernos, pero no extravagantes, para ello lucían flequillos en vez de la melena típica de todos los grupos británicos. Tenían que parecer internacionales pero con un toque patrio, y esto se consiguió con las famosas capas y los zapatos con cascabeles. Y tenían que ser un todo, y por ello firman como grupo todas las composiciones. Para su primer trabajo se sirvieron de todas las técnicas de sonido más avanzadas del país y, como innovación, no utilizaron a los músicos de estudio para grabar las canciones, algo habitual en la época, sino que ellos mismos graban sus propias canciones -de este punto hay mucho de leyenda, pero la verdad es que sí que tocaban ellos mismos los instrumentos en las grabaciones-. Por si esto fuera poco, se realizó una promoción absolutamente vanguardista para como se trabajaba en aquellos años: tuvieron hasta un reportaje en TVE, "Así se Forma un Conjunto", en el que se mostraban las enseñanzas aprendidas de Brian Epstein y su trabajo con The Beatles.
Novola, para completar todo el circo, prepara de forma minuciosa el lanzamiento del grupo lanzando de forma sucesiva un par de sencillos y otro par de EP que contenían temas como “Flamenco” o “Dance the Pulga”. El mayor éxito fue “Flamenco”, que llego a estar el número uno en la lista de éxitos de la época. Finalmente a finales del año lanzan “Los Brincos” (Novola, 1964), que recogía, entre otros, todos los temas que habían sido lanzados en formato corto, consiguiendo ser el primer grupo español en obtener grandes beneficios para su sello, punto importante este, porque desde ese momento las compañías discográficas nacionales decidieron apostar sin reticencias por los grupos de la nueva ola. También la mercadotecnia pasa a ocupar un lugar importante, al igual que la imagen, que se explota de manera más clara.
Para grabar su segundo disco viajan a Milán a los estudios que tenía la SAAR en esa ciudad, ya que a pesar del esfuerzo económico de Novola, los equipos tampoco eran los mejores del continente. El sello realiza idéntica campaña publicitaria para el lanzamiento de este disco, el impacto es mayor. Temas como “Borracho” o “Mejor” demuestran que el grupo no es flor de un día y que han aumentado la calidad de sus composiciones; ambas llegan a ser nº1. Con el lanzamiento de “Los Brincos II” (Novola, 1966) intentan la primera incursión en serio en los mercados musicales extranjeros, pero con escasa fortuna. Alguna actuación televisiva, alguna reseña en revistas especializadas y poco más. La verdad es que esta sería la tónica general, ya que por mucho que lo intentaron nunca tuvieron la repercusión que tuvieron otros grupos españoles como Los Bravos. Como mucho lograron lanzar alguna edición especial de algunos de sus singles. Ese mismo año cosecharon otro éxito más con el tema "Con un sorbito de champagne", que fue una de las canciones de aquel verano.
En esos momentos Novola cree que la llamada brincosis ha llegado a su nivel cumbre. Pero aunque los temas del grupo copan las listas de éxitos, no logran despertar las enormes pasiones que otros grupos sí despertaban. Además solían mantener un palpable distanciamiento frente a su público, y como en este país asumimos muy mal el éxito ajeno, se empiezan a disparar los rumores. Y se pueden leer cosas como que no suelen ensayar, que sus actuaciones son decepcionantes, que prefieren tocar en fiestas aristocráticas antes que delante de sus habituales seguidores, etc, etc.
Pero como dice el dicho, "Si algo va mal, siempre puede ir a peor". Y eso ocurrió. Fueron invitados al festival de Benidorm consiguiendo un sonoro fracaso. Las crónicas dijeron cosas como: “...un grupo que canta muy bien, pero que molestó al público a causa de sus potentes ingenios de fabricar ruido. El estruendo que organizaron era demasiado para tímpanos de personas normalmente configuradas...”. Entonces Juan Pardo y Junior intentan aprovecharse de la coyuntura para alzarse con el control absoluto del grupo, desplazando a Fernando de la formación. Al ver que no iban a conseguir echarle, deciden por una nueva estrategia, disolver el grupo. Pero aquí entra en juego Rocío Dúrcal. No, no es un lío de faldas ni nada parecido. La verdad es que ella directamente no tuvo culpa, sino su película, “Más Bonita Que Ninguna” (1965) de Luis César Amadori, que contaba con la canción “Borracho”, y cuya inclusión provocó que no pudiese desaparecer el nombre de "Los Brincos”, por lo que Juan y Junior se vieron forzados a ceder el nombre a los otros dos componentes, Fernando Árbex y Manolo González. Cuando se aclara todo, Juan y Junior están fuera del grupo, pero no de la música, ya que juntos forman un dúo de corta vida. Fernando Arbex los reemplaza por Vicente Jesús Martínez y Ricky Morales, hermano de Junior que formaban parte de Los Shakers (los españoles, no confundir con el grupo sudamericano del mismo nombre). Este movimiento de fichas es de gran importancia, no solo porque deja a Fernando como único líder, sino porque se el sonido se recrudece con la incorporación de estos componentes.
Ello es palpable al año siguiente, cuando viajan hasta Londres a los estudios de la PYE que tenía en Marble Arch para grabar su tercer disco, “Contrabando” (Novola, 1968), cuya producción corrió a cargo de Larry Page, que anteriormente había trabajado para The Kinks o The Troggs. El primer sencillo producto de las sesiones londinenses fue la maravillosa “El pasaporte”, pero la canción que tuvo más éxito fue “Lola”, que llegó a ser número uno durante ocho semanas, su último gran éxito.
Después del lanzamiento de su tercer álbum, lanzaron algunos singles donde alternaban canciones brillantes como “Érase una vez” y “Oh mamá!”, con otras bastante mediocres, como “Amiga mía”, donde Fernando parece que pretende demostrar que puede hacer canciones como en el inicio de la carrera del grupo, o “Las alegres chicas de San Diego”, muy por debajo de su nivel.
En 1969, Vicente deja la formación para cumplir el servicio militar, y es sustituido por Miguel Morales, hermano de Ricky y Junior. La última formación de Los Brincos decidió decantarse por la psicodelia y el rock progresivo, que en aquellos años estaba desbancando de las preferencias juveniles al beat. Para ello deciden incorporar a un teclista, Óscar Lasprilla, ex-miembro de Los Ampex, Los Speakers y Time Machine. Con todo preparado vuelven a viajar a Londres para grabar, lo que sería su cuarto álbum “Mundo, Demonio y Carne” (Novola, 1970). Fernando estaba tan convencido de lo que hacía, y de que sería un bombazo, que grabaron dos ediciones, una para el mercado nacional y otra para el anglosajón que llamaron “World, Devil & Body” (Novola, 1970). Sin embargo, los problemas empezaron desde la elección de la foto para la portada del disco. La censura franquista no dejó que saliera adelante la idea original, ya que aparecían los componentes del grupo con el torso desnudo, y finalmente esta portada vio la luz muchos años más tarde en una posterior reedición. Se cambió por un cerebro en descomposición. Fueron tan grandes las esperanzas depositadas en el disco, como el batacazo que se pegó: un rotundo fracaso. Tanto, que decidieron dar por finiquitada la aventura.
El porqué del batacazo se puede atribuir a que mucha gente percibiera que la idea original se había desvirtuado, pero la verdad es que Los Brincos lo que intentaban era dar un paso hacia delante, evolucionar, lo mismo que habían hecho aquellos grupos que durante toda su etapa habían sido sus referentes, The Beatles, The Kinks o The Who. A estas formaciones las dejaron hacerlo, pero aquí no, lo intentaron, pero no les dejaron. Esta pretensión de hacer un nuevo tipo de música, Fernando y Óscar lo consiguieron con Alacrán, y posteriormente después de la disolución del grupo, Árbex lo volverá a intentar con Barrabás, donde se volvería a juntar con Ricky y Miguel Morales.
Durante bastante tiempo se intentaron diferentes reuniones con los miembros originales del grupo, pero por una cosa u otra nunca ocurrió. Sin embargo, a las puertas del siglo XXI, Los Brincos volvieron con un nuevo trabajo "Eterna Juventud" (BMG, 2000), aunque con sólo la mitad de sus componentes. Un álbum con diez nuevas canciones compuestas por Fernando Arbex y Miguel Morales que les llevó a recorrer una gira por diversas ciudades españolas.
Además, en 2001 Fernando consiguió que BMG reeditase los álbumes de Los Brincos en formato CD, añadiendo muchos aportes extra como los singles que lanzaron al mercado y que no se incluyeron en ningún disco. Pero el 5 de julio de 2003 muere Fernando Arbex por culpa de una larga enfermedad, poniendo así fin a la carrera de una de las figuras más grandes de la música española. También nos dejaría Junior el 15 de abril de 2014.