febrero 06, 2014

U2


Al igual que el avión del que toma su nombre, U2 está en vuelo de reconocimiento sobre la humanidad y sobre el mundo. Su música, su rock lacerante, es el nuevo confín de la sensibilidad elaborada en los años ochenta. Respecto a muchos otros grupos y grupitos de "fast rock", U2 respira con la lentitud y la calma de quienes han hecho una elección vital, de quienes no deben agitarse demasiado (ni en estudio ni en escena) para tener credibilidad y afirmar sus propias creencias. Por este motivo, su juventud fue más sufrida, más calibrada, más entretejida con pausas de reflexión. Y precisamente por ello el público de todo el mundo los ama: porque en ellos se puede entrever un ansia de madurez y libertad, un espíritu de paz y serenidad, elementos siempre presentes en la historia del rock, a veces olvidados y a veces (como en el caso de estos cuatro irlandeses de rostro duro y corazón tierno) renacidos con ímpetu. La aventura de U2 comienza en 1977, un año importante y ya lejano para el rock. Los protagonistas de aquellos días tórridos se llamaban Sex Pistols, Clash, Thin Lizzy, Talking Heads, Boomtown Rats. Eran los días del punk, el fenómeno musical y social que a mediados de los setenta causaba estragos en Nueva York y Londres. El punk había llegado como un ciclón, como un tornado. El rock, a sólo veinte años de su nacimiento, parecía estar ya moribundo.

Como respuesta, surge ese revés imprevisto, ese resplandor delirante que es bautizado punk, basura. Su base se cimenta en cientos de jóvenes que quieren hacer música, música de verdad, sin adular convencionalismos, que quieren vociferar con toda su rabia. El punk, el verdadero punk, duró poco, devorado por una industria discográfica siempre dispuesta a triturar las vanguardias emergentes. No obstante, fue un valioso baño de juventud para muchos y una renovación necesaria para todos. Todo debía cambiar para poder seguir adelante, y el punk contribuyó a ello de forma decisiva. Una de las principales consecuencias del punk fue el nacimiento de miles de grupos. La idea (o quizá sería mejor decir "el ideal") era que todos pudieran tocar un instrumento; no contaba la técnica, sino la sinceridad, no contaba la experiencia, sino la espontaneidad. Bastaba con reunir un grupo de amigos, conocer algunos principios de música y lanzarse a probar suerte. Sólo eso. Con esta idea en la cabeza, Larry Mullen un día puso en un tablón de anuncios un papel con pocas pero claras palabras escritas a mano, para buscar a otros chicos que tuviesen la intención de formar un grupo de rock. Con estas mismas ideas, le respondieron Paul Hewson (o bien Bono), Adam Clayton y The Edge. "Cuando respondí al anuncio de Larry no podía ni imaginar que aquello resultaría, no tenía ningún objetivo. Aquéllos eran unos tiempos extraños para mí y quería hacer muchas cosas, probar muchos caminos. La música era uno de estos caminos. No sabía cómo acabarían las cosas, pero no tenía miedo de emprenderlas". Así recordó Bono, años más tarde, aquel primer encuentro con sus amigos, aquel día en que el grupo se reunió por primera vez.

Desde entonces siguieron juntos su camino: miles de kilómetros recorriendo mundo. Ascensos, descensos, valles, montañas rocosas y desiertos de fuego, resistiéndose a mil tentaciones para llevar a donde fuera el credo de un rock épico y libertador, sincero e inmortal. Para un grupo de rock el camino es largo. Larguísimo. Unas veces, la voluntad de seguir adelante se ahoga en un mar de desconsuelo; otras, la llama de la esperanza se aviva con banales motivos. Los componentes de U2 no sabían todo esto cuando comenzaron a tocar juntos, a confrontar habilidad con inexperiencia. Soñaban con la gloria inmortal, el éxito y canciones grabadas en oro, pero, tras un par de años, la realidad se mostraba muy distinta. También estaba el problema del nombre. Cómo llamarse y, sobre todo, cómo hacerse llamar, cómo presentarse en público. Tras un par de nombres de corta duración, se les ocurrió el de U2: el nombre fue sacado de los recuerdos de algún amigo. U2 era el nombre de un avión espía estadounidense que fue interceptado por los rusos mientras estaba fotografiando territorio soviético. Esto había sucedido en mayo de 1960, pocos días antes del nacimiento de Bono. La coincidencia era tan significativa que les gustó. De esta forma, los cuatro muchachos se transformaron en U2. En realidad la transformación fue lenta. Se contabilizaron largas horas de pruebas para que la energía de los músicos se encaminara hacia una forma aceptable. Todos los amigos del grupo participaron un poco, con consejos y sugerencias, en este proceso. En largas noches de alcohol y humo, los cuatro van definiendo su propia imagen sonora. Modelan lentamente el material y su repertorio adquiere una dimensión precisa. Al principio, naturalmente, no son canciones escritas por ellos, adaptan un repertorio tomado de aquí y allí: Rolling Stones, Beach Boys, Velvet Underground. Pasan estas canciones por las vibraciones del grupo y las adaptan a las exigencias (y a las posibilidades) de la formación. Es un trabajo lento, pero da sus frutos.

"Tocábamos un poco en todas partes (recuerda Larry Mullen) y no siempre estábamos a la altura. Nosotros lo sabíamos y esto nos desagradaba, pero teníamos convicción y quien nos escuchaba intuía que éramos sinceros. Nuestro sueño era aprender rápido, mejorar cada día y poder llegar pronto a la meta que nos habíamos fijado". De esté modo, U2 comienzan a hacerse una discreta fama en el círculo de Dublín: éste ya era un resultado importante. Hacia finales de los setenta, Dublín también era un enorme laboratorio de música: los grupos nacían y morían en el transcurso de pocos meses, a veces de pocas semanas. El punk había dado nuevas energías a muchos músicos jóvenes. Naturalmente, no era fácil emerger. Dublín era una ciudad de periferia. Las grandes ocasiones, los grandes negocios, estaban en Londres, y las compañías discográficas no tenían en cuenta a los artistas irlandeses. Hasta entonces habían sido pocos los músicos irlandeses capaces de alcanzar el nivel británico y mundial. Uno de ellos fue Van Morrison, otro Phil Lynott, líder de Thin Lizzy, grupo de rock-blues muy conocido en aquella época. Pero las dificultades están para superarlas, y U2 estaban convencidos de su capacidad. Razonando así, contactaron con Bill Graham, un apasionado periodista y crítico de Dublín que publicaba la revista musical más importante de Irlanda, Hot Press. Graham quedó muy impresionado con esos cuatro muchachos llenos de voluntad de crear y les dio algunos consejos, recomendándoles sobre todo que no firmaran contratos discográficos demasiado fáciles, que podrían transformarse en peligrosos boomerangs. Efectivamente, Graham había visto cómo muchos prometedores grupos irlandeses se disolvían tras su primer contacto con la discografía oficial.

Además de los consejos, Graham telefoneó a Paul McGuinnes, un viejo amigo suyo. McGuinnes es un personaje creativo y dinámico que conoce el mundo de los negocios relacionados con el arte. En aquel tiempo se dedicaba a las producciones cinematográficas, trabajando a menudo en superproducciones internacionales. Así pues, tenía muchos contactos y, según Graham, podía estar interesado en "amamantar" a un joven grupo de rock, en ser su manager. Precisamente una de las necesidades de Bono y compañía era la de tener un manager, una persona de confianza que se encargara de los muchos compromisos que debe afrontar un grupo de rock: encontrar trabajos, ocuparse del transporte, organizar las finanzas y, fundamentalmente en aquella primera fase, conseguir un buen contrato discográfico. La vida de U2 continúa: ensayos, conciertos, intentos de contactar con las compañías discográficas, primeros bocetos de temas originales. En este punto, U2 gana un concurso para bandas debutantes y así pueden grabar su primer single para la CBS irlandesa, con tres canciones: 'Out of control', 'Stories of boy' y 'Boy-girl' (las dos primeras también aparecerían en su primer álbum). Las mil copias que se editan de este disco se venden en el acto: U2 ya cuentan con un óptimo séquito en Dublín y algunos seguidores dispersos por toda Irlanda. Aprovechando esta popularidad local, Paul McGuinnes comienza su trabajo, tramado pacientemente a base de coherencia y experiencia. Su cometido es el de proporcionar al grupo un contrato que salvaguarde la integridad artística y la total libertad creativa de sus muchachos. También se preocupa de que Larry, Adam, The Edge y Bono no se cansen demasiado haciendo giras. Mejor reservar las fuerzas actuando sólo en conciertos importantes. En principio esta elección crea tensiones en el seno del grupo, porque actuar mucho significa ganar mucho. Pero, a fin de cuentas, esta línea y sus resultados acaba por dar la razón al manager.

Naturalmente, el trabajo no es fácil. Las compañías discográficas escuchan, a veces con pedantería, las maquetas que McGuinnes les presenta, y ni siquiera las críticas entusiastas de Bill Graham en Hot Press sirven de mucho. Todas estas presentaciones son acogidas sin ningún interés por parte de los ingleses. Sin embargo, las cosas van bien con Island, la compañía fundada por Chris Blackwell, que aunque no era un coloso de la industria musical, tenía (y aún tiene) gran relevancia. Por Island han pasado músicos corno Traffic y Steve Winwood, Jethro Tull, Roxy Music y, sobre todo, Bob Marley, el gran músico reggae (muerto en 1980) al que la compañía ha sabido imponer en todos los mercados mundiales sin desnaturalizar en absoluto su profundidad artística. Sea como fuere, Island daba muchas pruebas de interés hacia las exigencias de una banda joven, todavía en formación, y sobre todo no exigía resultados inmediatos. Estaba dispuesta a esperar. Pero, como se verá, no sería necesaria espera alguna. La noticia de la firma del contrato es acogida por el grupo con muchas ganas de demostrar su valía. Así, a mediados de 1980 (el primer año de la nueva década), U2 entra en los estudios bajo la producción de Steve Lillywhite, un chaval unos años mayor que ellos y, por lo demás, muy cercano a la sensibilidad de Bono y compañía. En el estudio las cosas salen de maravilla, y en el otoño del mismo año llega a las tiendas su primer álbum, 'Boy'. Con la foto del hermanito de un amigo suyo en la portada (foto que será sustituida en las ediciones estadounidenses para evitar que el grupo sea considerado "gay"), 'Boy' impresiona, en el acto, a público y crítica, obteniendo óptimas ventas.

En efecto 'Boy', todavía hoy muy escuchado, es un gran disco de debut. Obviamente no le faltan imperfecciones ni ingenuidad, y las canciones son excesivamente homogéneas, pero la energía que emana del disco es enorme. La voz de Bono alcanza unos niveles de altísima emotividad. Con su guitarra, The Edge ya ha aprendido a cincelar las melodías y se hace notar por un cierto sonido desgarrado que luego se convertirá en la principal característica del grupo. El bajo de Clayton es preciso y potente, y la batería del rubio Larry es un tren en carrera hacia el infinito. Algunas de las canciones son pequeñas obras maestras: 'Into the heart', por ejemplo, ya tiene todos los elementos de los futuros y exitosos U2: momentos arrebatadores, pausas de meditación, arranques fulminantes, vocalizaciones de Bono. 'Out of control' (ya conocida como single) también figura en el disco en una versión escalofriante: basta con escuchar la introducción de guitarra que The Edge toca como si estuviera suspendido en el vacío. El tema ha sido escrito por Bono en el día de su decimoséptimo cumpleaños, una etapa importante hacia la madurez: "He tenido la sensación de haber perdido el control", reza el estribillo de la canción; para concluir con una estrofa abrasadora: "Un día moriré / y no lo elegiré yo / Será demasiado tarde para todo / pero no puedo batirme con el destino". Las palabras de Bono llegan al alma, son la fotografía en blanco y negro de momentos reales de la vida. No intentan endulzar las amarguras, no se evaden de la realidad. Crudo a veces, pero siempre poético, Bono se enfrenta a la vida como un cronista: sólo que en vez de escribir en un periódico, canta una música que transporta en el viento sus palabras incendiarias.

Pero quizás el gran acierto de Paul McGuinnes fue, inmediatamente después de la publicación del disco, apuntar directamente a América, a su inmenso, desconfiado y terrible mercado. McGuinnes había intuido que U2 debía moverse desde el principio en los dos frentes, Estados Unidos y Gran Bretaña, sin preferencias por ninguno de los dos. Sólo de esta manera podrían golpear sin arriesgarse a quedar atrapados dentro del nuevo mercado musical. En efecto, los años ochenta se iniciaban con muchas esperanzas. La industria discográfica había comenzado a caminar de nuevo tras los tristes años de la discomusic y del punk. El público joven había descubierto nuevos ídolos, el rock volvía a ser el centro de interés. La confirmación de grupos como Police, Blondie, Dire Straits y Talking Heads, el gran retorno de Springsteen: todo dejaba entrever nuevos años de gran calidad en el género musical. Tanto dinamismo también implicaba el desarrollo de nuevas experiencias, y en aquel período fueron muchos los grupos que, contratados por compañías grandes y pequeñas, se lanzaron al mercado, a menudo sin una adecuada cobertura promocional, para hacer experimentos. Y muchísimos de estos grupos acabaron estrellándose en el muro de la indiferencia, de la superficialidad, de la muchedumbre. En marzo de 1981, U2 parte para su primera gira importante en tierras americanas. Eran esperados con gran curiosidad porque la radio (sobre todo en aquel mercado) transmitía frecuentemente, para preparar el terreno, las canciones de 'Boy'. Naturalmente, al principio actúan en pequeños clubs, en universidades, en teatros de segunda fila. En los grandes estadios actuarán sólo dos años más tarde. De todas formas es una experiencia importante que ayuda a U2 a afinar aun más sus instrumentos de cara a su nuevo trabajo en los estudios de grabación. En los largos recorridos en furgoneta (su presupuesto no les permitía viajar en avión ni en limusina) el grupo tiene la ocasión de saborear el gusto amargo de la vida "on the road", ese sentimiento de enfebrecida precariedad que conoce quien se ve obligado a ir de un hotel a otro, encontrándose siempre con personas distintas, sin poder mantener nunca una estrecha relación. En otras palabras: U2 realiza el ensayo, general de la que luego será su vida de músicos famosos.

Otoño de 1981: U2 vuelve con un nuevo disco. Se trata de 'October', su primera obra maestra. El grupo ha madurado, crecido, se ha compenetrado y perfeccionado. La producción (de nuevo confiada a Lillywhite) evidencia su estado de gracia distanciando los sonidos para resaltar cada personalidad en particular. El comienzo es clamorosamente excitante: 'Gloria', una canción religiosa de intensidad absoluta, con una estrofa final cantada en latín. El Dios de U2 (por más que fueran irlandeses) no es necesariamente el Dios católico: es el Dios creador de todo, la Entidad misteriosa y fascinante que vive más allá del tiempo, más allá de los confines terrenales, más allá de la muerte. Precisamente de este disco y de esta canción surgirá el debate sobre la religiosidad de U2, un debate áspero a veces, que llegó a poner al grupo en el objetivo de desmañadas tentativas de utilización, por parte de esta o aquella iglesia. A propósito de todo ello, Bono ha declarado: "No somos un grupo religioso, pero somos músicos religiosos. Como personas creemos en Dios y pensamos que el mundo sería más feliz si depositase sus esperanzas en la fe. Pero como grupo sólo somos músicos de rock, no deseamos lanzar mensajes: queremos tocar nuestras canciones, emocionar al público, comunicar nuestra sinceridad y dejar al público libre para decidir y aceptarnos". Perfectamente promocionado con una canción como 'Gloria', todo el álbum 'October' se transforma en un éxito. Con canciones como 'Tomorrow' y 'Fire', U2 excava todavía más profundamente en la sensibilidad de los primeros años ochenta, añadiendo una pizca de referencias religiosas: "Abrid, llega el ángel de Dios,/ abríos al amor de quien ha devuelto la vista al ciego./ Esta llegando. Creed en él. Jesús está llegando" ('Tomorrow').

Ahora el grupo está lanzado. Tras un período de conciertos en Irlanda y Gran Bretaña, parten para una nueva gira por América, esta vez de mayor importancia que la anterior, ya que actuarán como teloneros de un grupo más estabilizado, J. Geils Band. Esta es también una experiencia importante, porque los teloneros no tienen casi nunca una vida fácil: como se sabe, el público paga la entrada para vera la banda principal y a menudo acoge con ensordecedores silbidos a los teloneros que se atreven a salir al escenario. Pero, a pesar de esto, es una experiencia importante y no pocas veces Bono y compañía se la juegan para lograr arrancar una buena dosis de aplausos. Esto también es una señal de madurez. En agosto de 1982, Bono se casa con Alison Stewart, y este matrimonio le proporciona más seguridad y profundidad. Poco después, en muchas entrevistas, Bono exaltará los aspectos del amor profundo y de las relaciones de confianza. Tras un largo período en los estudios de grabación, U2 publica 'War', un disco violento en ocasiones, casi grabado con sangre. El primer tema, 'Sunday bloody sunday', tiene como tema un atentado terrorista acaecido en 1972 durante un trágico domingo. La tensa voz de Bono canta: "No puedo creerme la noticia de hoy,/ no puedo cerrar mis ojos y fingir que no ha sucedido / ¿Cuánto durará esta tragedia? / Esta noche podremos estar juntos,/ pedazos de vidrio bajo los pies de los niños,/ cadáveres sin facciones alineados en la calle./ No huyeron al son de la batalla,/ pero están de espaldas al muro".

A finales de año se publica el disco en vivo 'Under a blood red sky' que, además de las canciones que tocaron aquella noche en Denver, recoge material extraído de sus conciertos en Essen y Boston. Para quien no haya visto nunca un concierto de estos furibundos irlandeses, 'Under a blood red sky' es una óptima ocasión para degustar el aluvión de sonidos que U2 sabe desencadenar. Sus interpretaciones de 'Gloria', 'Party girl', 'Sunday bloody sunday', son arrolladoras. El título de este álbum fue extraído de un verso de una bellísima canción, 'New Year's Day', Día de Año Nuevo (incluida en 'War'): "Bajo un cielo rojo sangre / he recogido una hoja blanca y negra./ Hay pocas elecciones, con los brazos cruzados./ Los periódicos dicen que lo conseguiremos./ Quizás este sea el momento justo./ Quizás esta misma noche esté junto a ti". U2 hace otra gran demostración de su fuerza arrolladora durante el Us festival organizado en California en el verano de 1983 para celebrar la mítica estación en que tuvieron lugar las grandes concentraciones de Woodstock y Wight. La actuación de Bono, documentada por las filmaciones, es apocalíptica. Durante un fluctuante solo de Clayton, Bono toma una bandera blanca y trepa por la imponente estructura que protege el escenario. Los trescientos mil espectadores contienen la respiración: no saben si preocuparse o si exaltarse. Más veloz que los encargados de seguridad que le siguen, Bono llega a la cima y despliega la bandera para luego lanzársela al público. Ya exhausto, desciende por una cuerda y se une al grupo para terminar el concierto. En este punto, U2 ya es una gran realidad. Rolling Stone, Musician y otras importantes revistas musicales les dedican sus portadas, calificándolos de grupo revelación de la primera mitad de los años ochenta. Cuando después, en otoño de 1984, el grupo publica su nuevo álbum, 'The unforgettable fire', su camino hacia el éxito puede considerarse concluido. U2 se covierte en un caso especial: por fin sus colegas músicos hablan muy bien de ellos (y eso que en el rock los celos y la envidia están al orden del día).

Mientras Paul McGuinnes está ocupado en renovar su contrato con Island sobre una base más ventajosa para el grupo, los cuatro músicos se encuentran en los estudios de grabación trabajando en 'The unforgettable fire'. Ha habido muchos cambios. Los músicos vienen muy concentrados a las sesiones, saben perfectamente que han llegado a lo alto y que muchos los acechan. Es muy fácil resbalar cuando se va mirando por encima. Pero sobre todo, donde se registran los cambios más importantes es en ellos mismos: necesitaban profundizar aún más en su trabajo creativo y superar cierto límite alcanzado en cinco años de actividad. Pasar del estado de "óptimo grupo rock" al de "artistas absolutos". No muchos han conseguido un calificativo así en el mundo del rock: Bob Dylan, The Beatles, The Rolling Stones, Jimi Hendrix, Bruce Springsteen, Eric Clapton y pocos más. Por este motivo, U2 decide cambiar de productor, a pesar de los excelentes resultados alcanzados con Lillywhite. Así es como solicitan la ayuda de Brian Eno, un personaje, en apariencia, distante miles de kilómetros de Bono y compañía. Eno había debutado como músico con Roxy Music de Bryan Ferry vestido con plumas y "strass". Luego se había dedicado a seguir experimentando con la electrónica. Con Eno también llega el canadiense Daniel Lanois, uno de los más prometedores ingenieros de sonido de la nueva generación. Con este "staff" de trabajo, U2 da vida al espléndido 'The unforgettable fire', un disco que señala cambios de atmósfera y de contenidos.

El título lo tomaron de una exposición que habían visto en Chicago: obras pictóricas realizadas por supervivientes de las destrucciones atómicas de Hiroshima y Nagasaki, las dos ciudades japonesas bombardeadas por los estadounidenses en 1945. Los cuadros representaban el horror de la destrucción, la desaparición de un mundo que parecía haber llegado a un punto de no retorno; pero también la esperanza de volver a construir, el deseo de seguir esperando el alba de un nuevo día, de una nueva era. Una era de paz. Bono canta en 'The unforgettable fire': "Hielo, los únicos ríos discurren fríos./ Resplandecen las luces de esta ciudad como oro y plata./ Oscuros como el carbón tus ojos penetran en la noche". Y más adelante, en 'Indian summer sky': "Han cavado una profunda fosa en la tierra./ Debo decidir./ Puedo intentar elevarme y flotar en el aire./ Me elevaré hacia el cielo,/ un cielo azul". Tierra, agua, aire y fuego. Estos son los cuatro antiguos "elementos" que se encuentran en el proyecto de U2. Su religiosidad se transforma en una adhesión total a los principios de la vida, al correr del tiempo. Una vez más, no un Dios, sino una Entidad divina surge de la tierra. Trazas de esta divinidad se pueden encontrar en algunos hombres de alto valor moral. Corno Martin Luther King, el apóstol de la no violencia y de la igualdad racial que murió asesinado en 1968, y cuya figura, además de predominar en el álbum, inspira directamente la canción 'Pride (in the name of Lord)': "Un hombre viene en nombre del amor./ Un hombre viene y se va./ Un hombre viene para justificar,/ otro para cambiar las cosas./ En nombre del amor,/ qué más se puede hacer./ En nombre del amor".

La preocupación por los temas morales, la importancia de la solidaridad, de los derechos humanos, de la protección de los débiles, pone a U2 en el centro de aquel renacimiento del rock social que parte de Band Aid y llega hasta la reciente gira en favor de Amnistía Internacional. Bono y compañía están presentes en las grabaciones de 'Do they know it's Christmas', en el doble concierto de Live Aid el 13 de julio de 1985 y, luego, contribuyendo activamente en Amnistía Internacional. Sobre esta base de enorme dinamismo artístico y productivo, en la primavera de 1987 publican su nuevo álbum 'The Joshua tree', que supera los diez millones de copias vendidas en todo el mundo, confirmando a U2 como un gran fenómeno comercial (sin, naturalmente, disminuir su calidad). Las canciones de 'The Joshua tree' son hermanas de las del álbum anterior, aunque con una mayor adhesión a los principios productivos de Brian Eno. Aquel sentido de vacío calculado que a veces asombraba en 'The unforgettable fire', es absorbido y pulimentado: las composiciones nacen fluidas y se desarrollan sin saltos, el flujo sonoro es continuo, los estribillos encajan perfectamente en las estrofas. El gran éxito del álbum se debe, en parte, a un inteligente y sólido empleo de los videoclips, todos rodados en consonancia con la personalidad y la imagen de los músicos. Sobre todo 'Where the streets have no name' conmueve la imaginación del público. La grabación se hizo en una terraza de Los Angeles. Todo fue improvisado y rápido. Los organizadores querían, emulando un poco el famoso videoclip de 'Get Back' de The Beatles, contar con el factor sorpresa, poniendo al grupo en lo alto. Pero el factor sorpresa sólo dura unos segundos: los transeúntes alzan la cabeza y ven a Bono, lo reconocen y llaman a los amigos. En un par de minutos se forma un tumulto de personas y la policía se ve obligada a intervenir para regular el tráfico. Un gran videoclip. Para promover el álbum, U2 emprende su gira más importante y costosa. Los resultados son espectaculares: tocan en todo el mundo ante gradas abarrotadas de fans que se saben de memoria sus canciones. Así nace en el grupo el deseo de perpetuar, en un nuevo disco en vivo, el testimonio de estas calurosas acogidas. Llega 'Rattle and hum', que contiene material grabado durante aquella gira, además de canciones nuevas compuestas en aquel período. En este disco, U2 muestra también su pasión por algunos clásicos del rock: cantan 'Helter Skelter' de The Beatles y 'All along the wachtower' de Bob Dylan. En este punto de su itinerario artístico, U2 ya es una banda consagrada.

No pueden pedir más al destino: han trabajado duro, han creído en sí mismos y han alcanzado la meta que se habían fijado, ser la banda de rock más importante de la década. Su importancia no se basa tan sólo en el éxito de sus discos y sus conciertos, sino también en su personalidad. Están presentes en cualquier parte cuando se decide alguna cosa importante y tienen fuertes lazos de amistad con otros músicos. A menudo, Bono sube al escenario durante un concierto de Dylan, Van Morrison o Bruce Springsteen para cantar junto a ellos; y todo esto con una gran dosis de sinceridad y espontaneidad, una actitud fresca que entusiasma al público. Es cierto que ocho años de durísimo trabajo han agotado a U2. Quizás una pizca de aquella rabiosa energía de sus comienzos ha dejado espacio a una calma más madura. Son cosas naturales: se crece, se cambia de ideas, se destemplan los ardores frente a una visión más global del mundo y de la vida. En las nuevas canciones de U2 se advierten trazas de lentos cambios de órbita. Pero sólo son trazas: luego, sobre el escenario, todo se hace real, incandescente, volcánico. Efectivamente, el mejor punto de referencia para examinar el estado de salud del grupo son los conciertos. Y en esto no hay dudas: son unos animales de escenario que no corren peligro de extinción. Saben encandilar y emocionar, herir y curar, enamorar y quitar el aliento. El futuro está en manos de U2. Son ellos, junto a unos pocos músicos más, quienes regirán los años noventa, con ese enlace de nuevas realidades y proyectos que, inevitablemente, cambiarán el panorama. Pero hay una cosa que es segura: la total disponibilidad de U2 a caminar hacia la luz por la senda de la verdad. Naturalmente, al son de un purísimo rock.

Pagina Oficial:
http://www.u2.com/