febrero 07, 2016

Lorenzo Santamaría


No conviene olvidar que la música es un arte y que en esto del arte los dioses son caprichosos y tocan con sus dedos a algunos individuos. Claro, si esos individuos no se lo curran de poco vale la extremidad divina. Uno de esos predestinados nació en el pueblo balear de Santa María del Camí el 21 de febrero de 1946 en el seno de una larga familia. Pronto a Lorenzo Roselló Horrach se le despertó la afición por escuchar blues y rock. En la isla de Mallorca no faltaban locales que de cara al turismo anglosajón presentaban este tipo de música en directo y en disco. En 1965 forma su primer grupo, después pasará a Los Bríos y en 1967 se enrolaría en el grupo más rompedor de la isla: Los Z-66. En su momento esta banda sería considerada como secundaria en el panorama nacional; sin embargo, el tiempo pone a cada uno en su sitio y hoy día Los Z-66 son considerados uno de los más grandes grupos de los 60. Lorenzo pronto lideraría ese conjunto actuando en el verano mallorquín junto a gigantes de la música como Eric Burdon & The Animals, Wilson Pickett, etc. Es por entonces cuando Lorenzo (o Llorenç) decide cambiarse artísticamente su apellido y adoptar como tal el nombre de su pueblo.

Una voz personal, llena de fuerza conjugada con una presencia ciertamente sexy y atractiva que sabía llenar el escenario hacen que muchos productores se fijen en él como posible solista hasta que Odeón se lleva el gato al agua. Lorenzo se debate entonces y se debatirá durante toda su carrera entre cantar rock que es lo que le satisface o poner sus cualidades al servicio de la canción melódica, que es lo que de él demanda su discográfica y la mayor parte de su público. Debuta en solitario con“Canto al Amor” (Odeón, 1971) basado en un tema de la Sinfonía Nº 8 de Franz Schubert. Nadie se entera y el mercado menos que nadie de la aparición de una nueva voz solista. Pero el segundo va a ser otra cosa y “Rosy” (Odeón, 1971) vende por encima de las cien mil copias. Desde ese momento Lorenzo Santamaría se va a convertir en frecuente presencia del top 10 nacional de ventas de singles. Las baladas pueden con el rock, al menos en sus discos, ya que en sus directos prodiga también los ritmos contundentes.

Publica su primer largo: “Lorenzo Santamaría” (EMI Odeón, 1973) con temas emblemáticos como “Por ese amor”, que se vendería luego muy bien en el formato de menor diámetro. Se saca la espina de tanta canción romántica con “Blue Jeans” (Odeón, 1974), un tema propio en el que demuestra lo cañero que puede llegar a ser.

Su gran momento va a llegar cuando encadena sus tres sencillos más vendidos: “Para Que No Me olvides” (Odeón, 1975), en mi modesta opinión una de las mejores baladas de nuestra historia. Después vendrá “Si Tú Fueras Mi Mujer” (Odeón, 1976) con la que por fin llegaría al número absoluto de ventas, a pesar de ser rechazada en su pretensión de acudir a Eurovisión. Cerrará la trilogía con “Llamarada” (Odeón, 1977) que estaría tres semanas encabezando la exclusiva lista de Los 40 Principales. En 1976 obtendrá el premio al cantante más contratado del año y al siguiente, el de mejor show de directo.

En los años centrales de la década de los 70, Lorenzo es seguramente el cantante español más popular y América también le reporta importantes ventas. Su popularidad y apostura no pasan desapercibidos para la gente del cine que ven en Lorenzo un galán moderno. Debuta en la pantalla grande con: “Viva, Muera, Don Juan Tenorio” (1976) de Tomás Aznar junto a Massiel y Ángela Molina. Algo después vendría “Ensalada Baudelaire” (1978) de Leopoldo Pomes. En ese mismo año, harto de tantabalada y tanto romanticismo forzado, grabará un LP dedicado íntegramente al rock and roll” con clásicos del estilo. “Quiero Ser una Estrella del Rock and Roll” (EMI Odeón, 1978) que a pesar de los buenos deseos del cantante, es acogido con frialdad por su público.

Lentamente su carrera comienza a declinar. Se despedirá de su marca de siempre con “Carnaval” (EMI Odeón, 1979), un flojo LP en el que abunda la pachanga y con el que todavía conseguiría unos réditos comerciales muy aceptables. Tras un tiempo por Sudamérica, donde triunfará en toda la línea con “Bailemos” (Philips, 1981), regresará a España. Ya no volverá a tener la resonancia de antaño y cine, televisión y publicidad constituirán un buen refugio: Será el protagonista masculino de “Pan de Ángel” (1983) de Francesc Bellmunt y participará en “Crónica Sentimental en Rojo” (1985) de Rovira Beleta. La música pasará a segundo plano y prácticamente se perderá la pista de Lorenzo. Realizará alguna serie de televisión y se pondrá a las órdenes del gran José Luis García Berlanga en “Barrios Altos” (1987).

Al rebufo del revival, Lorenzo Santamaría regresará en los 90 a la actividad musical, formando parte de paquetes de artistas denominados Mágicos 60. También efectuará algunas grabaciones en solitario destinadas a los circuitos nostálgicos en las quedará rienda suelta a la pasión por su amor de siempre: el rock and roll. Además, se dio el gusto en 1992 de reunir a su vieja banda, Los Z-66, para un concierto con el Auditorium de Palma de Mallorca a reventar.

Lorenzo vive cerca de donde nació convertido en una leyenda viva de su isla y sin abandonar del todo la actividad musical. Nacido para cantar, supo desarrollar su voz y adaptarla a múltiples estilos, sin olvidarnos del Lorenzo Santamaría autor, presente en numerosas caras B y en alguno de sus éxitos, como “Para que no me olvides” o “Si tú fueras mi mujer”, que hoy día siguen escuchándose a diario en muchas emisoras y forman parte de la memoria colectiva de una generación de españoles.

Sin hacer de menos a nadie, Lorenzo Santamaría conforma junto a Miguel Ríos, Bruno Lomas, y el líder de Lone Star, Pedro Gené, el póker de ases de las voces del viejo rock español.