Tony Landa había nacido en Bilbao en 1948. Claro que entonces no se llamaba Tony Landa, sino José Antonio Santiesteban Landa. Estudió y trabajó brevemente como delineante. Sus primeros pasos musicales los dio como cantante de Los Famélicos que luego se fusionaría con Los Espectros para alumbrar Los Mitos.
Tras conseguir importantes éxitos con este último conjunto, se va a despedir de sus compañeros en febrero 1970 en una gala en Baracaldo y va a debutar como solista en abril de ese mismo año en la sala Holliday de su ciudad natal con un acompañamiento de lujo y cosechando un triunfo importante. Se montará un concurso radiofónico para buscarle un nombre y por fin se elegirá el apellido Landa, que era su apellido materno. Su repertorio de entonces incluía ya algún tema propio que publicaría posteriormente en disco.
Grabará con Hispavox; es decir, con la misma marca con la que mantenía contrato como parte de su grupo. “Tan Feliz / Tu Amor por Mi” (Hispavox, 1970) supone un éxito menor sin romper para nada en el ansiado triunfo. Por si este semifracaso fuera poco, la corneta militar le reclama y va a pasarse los quince meses siguientes en algún cuartel, según se decía por entonces, haciéndose un hombre. Casi siempre eso de hacerse un hombre consistía en gandulear con un fusil al hombro, hacer guardias en la que no se guardaba nada, beber como un cosaco y poco más.
A la vuelta del asunto caqui encuentra que su sello sigue confiando en él hasta el punto de haber encargado una canción a su medida al tándem Arcusa-De la Calva; esto es al Dúo Dinámico. La canción en cuestión es “Una Sencilla Canción de Amor” (Hispavox, 1972), una gran balada que será el mayor hit de toda su carrera y ocupará los primeros puestos del top español y el de algunos países iberoamericanos.
Aprovechando el tirón de ventas, sacará su primer long play: “Momentos Junto a Ti” (Hispavox, 1972). Su imagen venía definida en su rostro por patillas de boca de hacha y en su vestuario por ternos de chaqueta entallada y unos nudos de corbata con el grosor de un puño o despechugado con apoteósicos cuellos de camisa sobrevolando las anchas solapas de la chaqueta. Era lo que se suponía vestir entonces un joven elegante.
Durante los años siguientes va a seguir editando sencillos que no revalidarán el anterior triunfo. En ellos aparecen temas propios, alguna versión internacional y también una canción firmada por Juan Erasmo Mochi: “Aún me Queda la Esperanza” (Hispavox, 1974).
La carrera de Tony languidece, a pesar de sus frecuentes apariciones televisivas y de hacer sus deberes profesionales de promoción y galas. En 1975 participa en el Festival de Mallorca con “Un Barco a la Deriva” (Hispavox, 1975), que tampoco logra su objetivo. Sin embargo, va a grabar un nuevo single con dos temas de José Luis Perales y va a dar en la diana. “Adiós” (Hispavox, 1976) va a conseguir llegar al nº 1 de Los 40 Principales y a los primeros puestos de las listas de ventas. Es uno de los seleccionados para representar a España en el exclusivo Festival de la Canción de Viña del Mar (Chile) donde defenderá un tema de Danny Daniel que aquí no será comercializado, pero será regalado en formato flexidisco (un vinilo que giraba a 33rpm, tenía música por una sola cara y podía doblarse) por el programa radiofónico El Gran Musical de la Cadena SER.
Tras una larga estancia por Sudamérica, regresa para ir al Festival de Benidorm con “Ella Era” (Hispavox, 1978). Será su último disco como solista. Una buena voz y una buena presencia como la suya no duran mucho en el paro. Pronto encontrará acomodo en el reparto de la versión española del musical “Evita” (Andrew Lloyd Weber, 1978), que aquí estuvo protagonizada por Paloma San Basilio. También formará el dúo Amor 2 con una voz femenina, grabando un LP y desapareciendo a continuación.